Amores tóxicos, a propósito de los escándalos de violencia de artistas dominicanos

Los amores tóxicos terminan mal si no se sale pronto de ellos. Es algo que sucede a diario y que provoca broncas, injurias, escándalos, empujones, golpes y hasta la muerte. Dice Musil que "la brutalidad es la praxis de la tontería". 
La nuestra es una sociedad tóxica, que parece necesitar terapia intensiva. 
La violencia doméstica parece convertirse en una de las válvulas de escape a las que tienen acceso los estratos marginales, ante la crisis económica recidivante, las injusticias sociales, la falta de oportunidades, el machismo ancestral y la falta de educación. 
Los artistas son parte fundamental de los modelos que, por su visibilidad, son seguidos por las jóvenes generaciones. De ahí, la responsabilidad social que deben tener, sean del género que sean o de la manifestación artística que sean. 
Muchos de ellos ni siquiera saben qué cosa es responsabilidad social, de tan ciegos como están, en una noria donde la egolatría ligada con las drogas y con la idiotización de la sociedad, les hace ver cómo estrellas. Hoy se consume cuanta basura se pone más de tres veces en la radio -o ahora en Youtube-, y así vivimos en un mundo donde manda el Imperio de la Mediocridad. 
Ejemplo: el Gangnam Style del chinito con lentes; o Justin Bieber; o si nos vamos al patio, cuanto mentecato con ínfulas de artista sea capaz de dar par de volteretas o decir cuatro obscenidades, no importa que desafine, sobre un ritmo casi siempre pegajoso, y casi siempre plagiado, como ocurre con la base rítmica del dembow. 
José Antonio Marina, en su excelente libro "La inteligencia fracasada" (Anagrama, Barcelona, 2004), llama inteligencia "a la capacidad de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando la información captada, aprendida, elaborada y producida por él mismo" (p. 16). O más sucintamente: "la culminación de la inteligencia, su éxito, está en dirigir bien la conducta". 
Los escándalos de violencia doméstica que han llevado a la cárcel a varios artistas dominicanos en los meses recientes, obligan a reflexionar y a tomar medidas, más allá de las que judicialmente se tomen.
Sería excelente que los artistas involucrados en este tipo de actitudes, sintieran que son rechazados por la mayoría, hasta tanto no sean capaces de demostrar una actitud ejemplar ante el país. 
Los medios haríamos un bien enorme a República Dominicana si nos negamos a colocar las informaciones relacionadas con su arte, o tocar su música o pasar sus videos. 
Al menos hasta que comprendan que este es un país de gente inteligente.
Alfonso Quiñones/ Diario Libre

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