Del show de Wilfrido Vargas en Jet Set: Navegando en la alfombra mágica de un beduino


"Es resaltable el hecho de que Wilfrido haya vuelto. Él fue el responsable de la mayor movilidad que tuvo el merengue en pasadas décadas"...


Por Joseph Cáceres

Lo de anoche en Jet Set fue en encuentro de nostalgia y de recuerdos que a la vez propició el observar una avanzada de lo que Wilfrido Vargas se propone hacer en esta nueva etapa musical en la República Dominicana.
Para nosotros fue un honor el que Wilfrido nos hiciera una invitación especial, junto a Domingo Bautista, a un baile en Jet Set, luego de tantos años alejado de la pista de baile de la República Dominicana. 
Todos los allí presentes, incluyendo a los jóvenes, vivimos una noche de ensueños, disfrutando de una parte del extenso repertorio de éxitos que marcaron la época más importante de la música dominicana de todos los tiempos, y en la que Wilfrido desempeñó un papel protagónico y de primer órden. 
"Las Avispas", "El Funcionario", "Comején", "Abusadora", "Volveré", "El Jardinero", la presentación de Vicente Pacheco y Sandy Reyes, integrantes de los beduinos, la presencia de Giselle y Michelle de Las Chicas del Can, contribuyeron a recrear una noche mágica, de esas que quedan grabada en la memoria, por siempre. 
Un Wilfrido Vargas recreando sus éxitos con aires modernos, pero sin perder su esencia, señal de que este guerrero de la música está de nuevo en el campo de batalla, dispuesto a emplear sus mejores municiones. 
Para ello se ha "artillado" con gente, resultado de un "casting", que asombrosamente realizan a la perfección el no cómodo de ejecutar repertorio de esta singular orquesta que es una marca nacional de nuestra música. 
Entre todos ellos sobresale el joven Ramón Durán, oriundo de Villa Mella quien exhibió excelentes condiciones como intérprete, haciendo las voces en temas que le dieron singularidad y peculiaridad a la orquesta de Wilfrido en viejos tiempos. 
Es resaltable el hecho de que Wilfrido haya vuelto. Él fue el responsable de la mayor movilidad que tuvo el merengue en pasadas décadas. 
Su espíritu inquieto y creativo posibilitó nuevas fórmulas y formas para nuestra música, lo que tanto ha hecho falta en los últimos tiempos, en que la mayoría de los merengueros se han recostado o cobijado del árbol que sembraron, y no han querido abonar el terreno para nuevas cosechas.


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