El plantón que hiciera Pablo Milanés en Santo Domingo a la prensa nacional volvió a repetirse en Santiago pero esta vez fue con el público santiaguero, quienes después de su última canción le pidieron hasta la saciedad “otra, otra”, pero nunca se le volvió a ver en el escenario.
La espera fue larga y el auditorio prefirió retirarse al ver que el artista cubano no respondía a su llamado de que por lo menos se asomara a responder la cortesía de los santiaguenses, quienes llenaron prácticamente la sala Héroes de la Restauración del Gran Teatro del Cibao.
Pero ese desplante del cubano jamás podrá mermar la calidad interpretativa y vocal de un Pablo Milanés sencillamente perfecto.
Luego de la participación de Maridalia Hernández, quien fue la contraparte de Milanés y ofreció un hermoso recital que inició justo a las 8:30 de la noche.
Una ansiosa espera para acomodar los instrumentos logró que seis músicos llegaran al escenario e iniciaran de manera instrumental con un popurrí de las más emblemáticas canciones de Pablo.
El fundador de la nueva trova cubana se sentó en su silla e inició el concierto con “Proposiciones” para luego saludar al público y decir “buenas noches Santiago, estoy encantando de estar en esta ciudad de nuevo luego de varios años de ausencia involuntaria”.
Dijo que tenía preparado un programa especial dedicado a todo el público por los años que tenía sin venir a la ciudad, y que pretendía cantar canciones nuevas y esas que ya todos conocen para pasar una noche maravillosa.
“Plegaria” dio continuidad a la romántica velada, para luego seguir con “Días de gloria”, “Si ella me faltara”, “Nostalgias”, “De que callada manera” y de su último disco “Regalo” regaló, valga de redundancia, la canción “Manantial”.
Entre los primeros aplausos de la periodista y fanática de Pablo Luisa Rebeca Valentín y el “bravo” de algunos seguidores, el cantautor cubano cantó para todo el auditorio “La soledad”, “El tiempo, el implacable, el que pasó” y “Amo esta isla”, donde aprovechó para presentar a cada uno de sus músicos.
No podían faltar sus emblemáticas canciones que dejó para el final como “Ámame como soy”, “Para vivir”, “Años”, su himno “Yolanda” y “El breve espacio”, para completar un listado de dieseis canciones en una hora quince minutos de concierto.
Solo dijo al final: “ha sido una noche maravillosa” y se despidió abriendo los brazos como señal de agradecimiento, pero no regresó aún cuando escuchó un público ovacionándolo de pies y pidiéndole al unísono otra canción.
Escrito por Marilyn Ventura/ Fotos de La Información de Santiago
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