En Acroarte se asoma división

Acroarte es un gremio fundado por y para periodistas. Consecuentemente está llamado a ser una entidad tolerante. Quienes la dirijan están obligados a ser pacientes, tolerantes y dispuestos a entender la dinámica de una entidad en la que al margen de los intereses, confluyen muchas ideas. 
La disparidad de criterio es propia de los seres humanos y los periodistas siempre nos movemos en el marco de juicios que casi siempre nos llevan a la confrontación. 
Siempre he sido un abanderado de la libertad de expresión, no así de quienes echan tierra sobre honras ajenas. Quien haga esto último debe estar preparado para afrontar situaciones en los estamentos establecidos por nuestras legislaciones. 
El pasado sábado la Asamblea de Acroarte refrendó sanciones contra miembros que alegadamente habrían violentado sus estatutos y el código de ética. 
Lo primero que me llamó la atención es que fueran miembros de la filial de Acroarte quienes hicieran el sometimiento. 
Aunque les asista el derecho, pienso que no tenían la información adecuada para incoar un proceso que terminó con la expulsión de los cronistas Aridio Castillo, miembro fundador, Juan Carlos Jiménez y Joseph Távarez. 
La medida no deja de escandalizar a los que siempre hemos defendido la libertad de expresión del decano de la crónica de arte, el periodista Joseph Cáceres, quien por demás ha sido tres veces presidente de Acroarte. 
A éste le suspendieron por dos años sin posibilidad de ejercer sus derechos en la institución. El cronista Robert Sánchez recibió una sanción de un año sin deberes y derechos. 
La noticia ha sido la comidilla en los corrillos de la farándula y más allá. Productores, periodistas y gente del pueblo que es muy activa en las redes sociales han externado su total rechazo a la medida, que es tildada por muchos como una retaliación ante las críticas vertidas por estos en el proceso de Premios Soberano, así como otros temas relativos a la institución. 
La disposición traerá a partir de esta semana una turbulencia más en Acroarte, gremio que todavía lucha con los familiares de Casandra por el nombre de El Soberano. Acroarte no debió darse el “lujo” de un pleito innecesario. 
Debieron proceder de otra forma. Todo parecía como si el proceso tenía que conocerse indefectiblemente en la Asamblea realizada el pasado sábado. Nunca entendí la prisa. 
Pero ya es tarde, pues la resolución está ahí. Unos que otros ignorantes desconocen que la confrontación es y ha sido lo que ha posibilitado el fortalecimiento de Acroarte. 
Eso ha sido uno de los puntos más positivos que tiene la entidad, pero eso no lo entienden ciertos personajes que militan en ella. 
Lo acontecido el pasado sábado traerá muchas sombras para Acroarte. Es más, se anticipa una división que lamentarán quienes auparon las expulsiones y las suspensiones. Quien escribe es miembro fundador de Acroarte. 
Estuve ahí cuando éramos seis los que nos reuníamos y fui quien sentó las bases para la creación de la filial en Santiago. 
He visto a Acroarte atravesar por situaciones muy traumáticas, pero esta le ha puesto la tapa al pomo. Es hora de que se reúna el Consejo de Asesores y con los pies en la tierra, así como la cabeza fría, ayude al gremio a salir de este atolladero. 
Acroarte debe existir por encima de todo. Ojalá y lo entiendan.
Por Severo Rivera

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