Los que conocemos a Máximo Jiménez, antes de ser presidente de Acroarte, debemos estar asombrosamente sorprendidos de la salida tan poco elegante y por demás absurda, tomada el sábado en contra de Joseph Cáceres, Aridio Castillo, Robert Sánchez, Juan Carlos Jiménez y Joseph Tavarez.
A Máximo lo está asesorando alguien que, estoy casi seguro, no tomaría una decisión tan abrupta si esa persona fuera presidente de Acroarte.
A Máximo lo está asesorando alguien que, estoy casi seguro, no tomaría una decisión tan abrupta si esa persona fuera presidente de Acroarte.
La posición que ahora ostenta Máximo, por encima de todo, es una oportunidad para emprender un liderato en la sociedad, sobretodo para una figura como Máximo, que en su momento fue un desconocido.
Ahora que le ha tocado gobernar a un núcleo de la sociedad como es Acroarte, su accionar es muy poco de él. Indudablemente, lo están usando o se está jugando un liderato por los intereses.
En la crónica de arte, Joseph Cáceres tiene el peso que en la política tiene (guardando la distancia) un Juan Bosch, Joaquín Balaguer o un Peña Gómez.
En su momento, pudieron haber sido enfrentados por adversarios….Pero, suspender a Joseph de las filas de la institución a la que le dio sus energías, conocimientos, relaciones y lo mejor de sí, por críticas y comentarios hechos, qué metida de pata.
Los más que se debió hacer fue pedirle las pruebas de sus acusaciones o auto revisarse y corregir lo que está mal.
Esa suspensión puede interpretarse como la iniciativa de un plan para romper la asociación.
Esa medida que debe ser revocada de inmediato.
Todo gobernante y príncipe de la inteligencia debe tener cuidado de que la desesperación por mantener consigo los intereses del poder, no eche su nobleza por el suelo, con medidas que dejen descontento lastimoso en la sociedad que representa.
Roberto Gerónimo
Ex presidente Acroarte Filial Nueva York
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