Si me lo hubiesen contado a lo mejor no lo iba a creer, pero la tarde del miércoles fui testigo de algo que raya en la indelicadeza.
Aprovechando que estaba en Santiago en asuntos personales me di una vuelta por la Arena del Cibao, donde este sábado subirá a escena el cantante Héctor Acosta con su espectáculo "El Torito Monumental".
Cuando llegué al recinto deportivo, en las afueras, un vendedor del mercado negro me ofertó boletas del show del Torito que tenían el estampado de "cortesía" por lo que no hay que ser inteligente para colegir que a alguien a quien gentilmente los organizadores del evento le regalaron esas entradas tuvo el tupé de venderlas.
Sí, porque si las boletas que vende el mercado negro son de las que tienen valor comercial uno supone que las compraron en los puntos de expendios y que el beneficio al final le queda a la misma producción del espectáculo, pero de ahí a usted recibirlas de gratis y luego pedir dinero por ellas es un abuso de confianza y una estafa.
No les importa un comino el sacrificio económico que supone un evento de esta naturaleza para hacer sus "avivatadas" a costa del esfuerzo del otro.
Al enterarse de esta situación, los productores del show se vieron en la incómoda necesidad de ponerle al dorso de las boletas de "cortesía" el nombre del beneficiario, incluyendo las de los mismos periodistas y así identificar quien las vende en caso de que eso ocurriera de nuevo.
Aprovechando que estaba en Santiago en asuntos personales me di una vuelta por la Arena del Cibao, donde este sábado subirá a escena el cantante Héctor Acosta con su espectáculo "El Torito Monumental".
Cuando llegué al recinto deportivo, en las afueras, un vendedor del mercado negro me ofertó boletas del show del Torito que tenían el estampado de "cortesía" por lo que no hay que ser inteligente para colegir que a alguien a quien gentilmente los organizadores del evento le regalaron esas entradas tuvo el tupé de venderlas.
Sí, porque si las boletas que vende el mercado negro son de las que tienen valor comercial uno supone que las compraron en los puntos de expendios y que el beneficio al final le queda a la misma producción del espectáculo, pero de ahí a usted recibirlas de gratis y luego pedir dinero por ellas es un abuso de confianza y una estafa.
No les importa un comino el sacrificio económico que supone un evento de esta naturaleza para hacer sus "avivatadas" a costa del esfuerzo del otro.
Al enterarse de esta situación, los productores del show se vieron en la incómoda necesidad de ponerle al dorso de las boletas de "cortesía" el nombre del beneficiario, incluyendo las de los mismos periodistas y así identificar quien las vende en caso de que eso ocurriera de nuevo.
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