De todos los gremios que existen y subsisten en nuestro país el de los musicalizadores o disjockeys es el más "sui géneris".
Es la única asociación que tiene un presidente vitalicio y que me dicen nunca ha encendido ni siquiera el tocadisco de su casa.
Pero además tienen el record que más reconocimientos han entregado a artistas con unos famosos actos de premiación que se inventan donde a los homenajeados los sorprenden pidiéndole que interpreten alguna canción en el momento que reciben su trofeo o placa.
Dizque con esta improvisada actuación, para la cual ya tenían una pista musical preparada sin el artista saberlo, cumplen con lo prometido en una campaña previa de promoción de la actividad en cuestión por la que cobran al público por derecho de admisión.
Es decir que en algunos de los casos, lo de los premios no es más que supuestamente un truco para atraer al artista y acuñar el sagrado derecho que tiene el ser humano a "buscársela".
Ahora hasta a los managers de agrupaciones están involucrando en sus actividades, entregándoles preseas como los más destacados o que mejor conducen la carrera de su apoderado sin el más mínimo criterio para hacer un reconocimiento de esa naturaleza. Son de las cosas que uno no entiende
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