Para los que no lo creen, el mundo está dando asombrosos giros en todos los órdenes. En el aspecto político fíjense como un Barack Obama, presidente de Estados Unidos, está viabilizando que se mejoren las relaciones de ese país con Cuba.
Hasta la izquierda más conservadora está reconociendo las buenas intenciones de Obama, a quien vimos en franca camaradería en la recién celebrada Cumbre de las Américas con dignatarios extranjeros como el presidente venezolano Hugo Chávez y el líder sandinista Daniel Ortega.
No se si se sería esto parte de las casualidades, pero en el orden cultural y artístico estamos siendo testigos de similar fenómeno, como el reencuentro en Dominicana de las cantantes cubana Olga Guillot y Omara Portuondo, tras 48 años sin verse ni hablarse, precisamente porque las separaba el criterio e ideología que cada una tiene sobre el régimen Castrista que ha imperado en Cuba.
Y fue otro cubano, el colega Alfonso Quiñones, ya “aplatanado” en Quisqueya, quien sirvió de testigo de este “face to face” de Guillot y Portuondo, durante uno de los ágapes del III Congreso de Identidad, Música y Cultura, que organizó el Centro León de Santiago.
Olga emigró a Miami para convertirse en la “Reina del bolero”, mientras Omara permaneció en su tierra exponiendo ese mismo género y alcanzó el título de “La novia del feeling”.
Ya me imagino el rostro del “asere” Quiñones, cuando estas dos exquisitas y por demás respetables damas del bolero, se estamparon un beso en las mejillas y dieron rienda sueltas a los recuerdos.
Como el de Obama con Chávez y Ortega, el de Olga y Omara ha de catalogarse como un acontecimiento histórico. Y aún habrá más, de eso estamos seguros.
No se si se sería esto parte de las casualidades, pero en el orden cultural y artístico estamos siendo testigos de similar fenómeno, como el reencuentro en Dominicana de las cantantes cubana Olga Guillot y Omara Portuondo, tras 48 años sin verse ni hablarse, precisamente porque las separaba el criterio e ideología que cada una tiene sobre el régimen Castrista que ha imperado en Cuba.
Y fue otro cubano, el colega Alfonso Quiñones, ya “aplatanado” en Quisqueya, quien sirvió de testigo de este “face to face” de Guillot y Portuondo, durante uno de los ágapes del III Congreso de Identidad, Música y Cultura, que organizó el Centro León de Santiago.
Olga emigró a Miami para convertirse en la “Reina del bolero”, mientras Omara permaneció en su tierra exponiendo ese mismo género y alcanzó el título de “La novia del feeling”.
Ya me imagino el rostro del “asere” Quiñones, cuando estas dos exquisitas y por demás respetables damas del bolero, se estamparon un beso en las mejillas y dieron rienda sueltas a los recuerdos.
Como el de Obama con Chávez y Ortega, el de Olga y Omara ha de catalogarse como un acontecimiento histórico. Y aún habrá más, de eso estamos seguros.
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