En tanto regidores del Ayuntamiento del DN cuestionan que ellos no aprobaron la obra, estimada en casi cinco millones de pesos.
Regidores del Ayuntamiento del Distrito Nacional ahora están cuestionando que la estatua que se desveló en honor a la extinta folklorista criolla Casandra Damirón, no fue aprobada por la Sala Capitular.
No nos oponemos a la inquietud de los ediles, a sabiendas que ellos deben certificar las decisiones del ayuntamiento, que dirige el síndico Roberto Salcedo, pero tres semanas de inaugurada la obra en el Paseo de la avenida Jiménez Moya, de la capital dominicana, es evidente que su queja llegó muy tarde.
En lo que sí pudieran hacer hincapié los honorables regidores es en cuestionar, para que no se repita más, es si quien esculpió la efigie de Casandra Damirón, que en lo particular a mi no me gusta, pasó por algún concurso, tomando en cuenta que fue una obra millonaria y a sabiendas que en el país tenemos a otros excelentes escultores, que muy bien debió dárseles la oportunidad de presentar sus propuestas y escoger la mejor.
Eso de ir a Puerto Rico y México a concebir una estatua me da la impresión de que existe algún amiguismo en el asunto o el complejo de “Guacanagarix” impera hasta en nuestras instituciones.
Además, llama poderosamente la atención que se hable de “diseño” cuando no hay que ser inteligentes para saber que la efigie esculpida está inspirada en la estatuilla o trofeo de los premios Casandra, que es una creación de hace más de veinte años.
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