No puedo sustraerme de visitar el Alto Manhattan cuando voy a Nueva York. Allí está ese pedacito de nuestro país que dejamos atrás.
Y cuando frecuento la zona, además de disfrutar de la exquisita comida del siempre abarrotado restaurant La Casa del Mofongo, propiedad del empresario Félix Cabrera, tengo que hacer una parada obligada en la 182 y San Nicholas para degustar las sabrosas habichuelas con dulces que venden en esa esquina.
Dicen que Pito por esas habichuelas deja fácilmente de apostar a un juego de béisbol entre los equipos de Boston y los Yankees de Nueva York . Y eso es mucho decir.
La fila es inmensa como se muestra en la foto y uno no puede sustraerse de repetir la dosis. Y eso que soy muy meticuloso con el comer en la calle, pero el postre en cuestión cumple con mis normas de calidad que exijo.
Los dueños de ese puesto, me cuentan, han hecho fortuna con las astronómicas ventas anuales. Tienen mansión, fincas y buenos vehículos aquí en República Dominicana. Y todo esto a base de unos frijoles.
Para que vean que en Estados Unidos si se usa la "cabeza" se puede progresar honradamente.
Y cuando frecuento la zona, además de disfrutar de la exquisita comida del siempre abarrotado restaurant La Casa del Mofongo, propiedad del empresario Félix Cabrera, tengo que hacer una parada obligada en la 182 y San Nicholas para degustar las sabrosas habichuelas con dulces que venden en esa esquina.
Esto, a pesar de que en el restaurant de Félix, las bellas meseras me tienen siempre un variado menú de finos postres, pero los desecho para preferir cruzar la calle a comer esas habichuelas.
Sino pregúntenle al colega Santiago -Pito- Acevedo, quien en sus viajes a Nueva York le pide a su hijo Saúl detenerse primero en el lugar cuando lo recoge en el aeropuerto.Dicen que Pito por esas habichuelas deja fácilmente de apostar a un juego de béisbol entre los equipos de Boston y los Yankees de Nueva York . Y eso es mucho decir.
La fila es inmensa como se muestra en la foto y uno no puede sustraerse de repetir la dosis. Y eso que soy muy meticuloso con el comer en la calle, pero el postre en cuestión cumple con mis normas de calidad que exijo.
Los dueños de ese puesto, me cuentan, han hecho fortuna con las astronómicas ventas anuales. Tienen mansión, fincas y buenos vehículos aquí en República Dominicana. Y todo esto a base de unos frijoles.
Para que vean que en Estados Unidos si se usa la "cabeza" se puede progresar honradamente.
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