Por falta de público, cuando el dinero no cuadra para el baile
El locutor Manuel Fabré "El Súper Pana", responsable de la fiesta "Tres décadas del merengue" en Bonao trata de convencer por teléfono al promotor de la gira Jesús Melo, para que Rasputín, quien está su lado con mano levantada, y demás, suban a tocar por los "chelitos" reunidos.
Una de los momento más desagradables para cualquier promotor de bailes, es cuando los numeritos no cuadran a la hora de “cantearse” con el artista o la orquesta contratada.
El salón o discoteca a medio llenar, las horas pasan, la fiesta no arranca y la gente que pagó sus entradas comienza a reclamar, pero más exigentes y “atizadores” a una rebelión son los que lograron colarse o consiguieron unos boletos de cortesía.
Mientras, el responsable del show, ya resignado de que le fue mal, habla hasta en cibaeño con el manejador de la agrupación para que toquen por lo menos tres o cuatro temas y quedar “medio” bien con el público que después de una larga espera no entrará en esa de que la fiesta se suspendió porque no se hicieron los cuartos en la puerta.
Esto que aquí les cuento fue lo que aconteció este sábado en el Country Club de Bonao, donde se amenizaría el baile “Las tres décadas del merengue”, a cargo de un grupo de merengueros de los 80, que de los ocho anunciados, solo brillaron por su presencia los cantantes Rasputín y Musiquito.
Hubo mucha gente que trató de mediar con Jesús Melo, el responsable de la gira, entre ellos Domingo Bautista, quien estuvo en el lugar en calidad e invitado, para que los muchachos subieran a tocar por los pesitos reunidos entre la puerta y la cantina del establecimiento.
Pero Melo, quien se encontraba en Santiago con los artistas Alex Bueno y Ramón Orlando, por la vía telefónica no entraba en nada, mientras el locutor Manuel Fabré “El Súper Pana”, quien estuvo al frente de la coordinación del baile, casi le de la un síncope ante la negativa.
Al final, Melo cedió pero puso como condición de que “El Súper Pana” pagara directamente los servicios del equipo de sonido. Pero ni para eso había “money” porque lo poco recaudado se usó en la nómina de la orquesta.
Entonces “El Súper Pana” exclamó: Oooh ¿ y ahora quién podrá ayudarnos?, entonces apareció su “Chapulín Colorado”, el pelotero de grandes ligas Joel Peralta, quien se encontraba allí con unos amigos y resolvió en “efectivo” el impasse suscitado.
Este era el segundo intento de montar este baile, porque apenas hace un mes y en el mismo lugar hubo que recoger los instrumentos y marcharse ante la falta de público.
Al parecer la fórmula de estos “remakes” con merengueros de los 80 comienza a ser circunstancial y emocional. Ojalá que perdurara.
Por los menos este nuevo reencuentro tuvo un final un "poco" feliz para una historia llena de tropiezos y desavenencias.
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