Cómplices de los atropellos


Ahora que el colega Joseph Cáceres se refiere nuevamente a los vejámenes a los que son sometidos los periodistas que cubren eventos artísticos como ha venido aconteciendo en los que se realizan en Altos de Chavón, es oportuno que entidades como la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) se pronuncie al respecto.
Ya sucedió con el espectáculo que protagonizaron en la Semana Santa pasada El gran combo, Rubby Pérez y Frank Reyes y ahora el atropello a la prensa se repite en el concierto de Plácido Domingo.
Esto no puede pasar inadvertido y a pesar de que los medios de una vez y por todas deben darle una lección el premio a ellos por esa desconsideración, tal como expresa Cáceres, es un despliegue del evento en los periódicos de primera plana, como si nada hubiese sucedido.
Pero imagínense una cosa es lo que piensa el reportero que sufrió tales irrespetos y otra la que piensa el director o el dueño del periódico que no cogió su lucha y que a una llamada telefónica de los “regentes encumbrados” del lugar, te hacen hacer una crónica rosa obviando cualquier elemento negativo que afecte su imagen, de lo contrario te hacen cancelar del medio para el cual trabajas.

También dentro de los medios hay maltratos
Y ahora que se manifiesta esta situación, llegan a mi memoria otros casos distintos de atropellos a periodistas pero que se dan dentro de los medios en que laboran. Y el primero que recuerdo es el de la colega Cristina Liriano, quien fue cancelada del desaparecido periódico La Nación porque publicó una entrevista de una señora, presidenta de una fundación, señalando que no había recibido aún un aporte económico que le había prometido el pelotero Sammy Sosa producto de un concierto benéfico que este había auspiciado en Chavón con artistas internacionales.
Como se sabe, el periódico La Nación donde laboraba Liriano era propiedad del ex banquero Ramón Báez Figueroa, y, Sosa desde luego era su “canchanchán”, por lo que el despido de la experimentada reportera que hoy trabaja en el matutino El Día, vino aparentemente por la inconformidad del pelotero con la publicación.
De igual modo otra injusticia se cometió con los periodistas Ramón Almánzar y Severo Rivera, quienes fueron cancelados del Listín Diario, también propiedad entonces de Báez Figueroa y todo porque publicaron un estudio de audiencia de los canales de televisión dominicanos y parece que a alguien eso le estaba afectando sus intereses.
Lo curioso es que esa nota antes de ser publicada fue revisada por el director del periódico de ese momento, pero como era de esperarse la soga partió por la parte más débil.
Porque en todos los periódicos, lo que va a ser publicado debe contar primero con el visto bueno de la dirección o la jefatura de redacción y con la propia Cristina Liriano pasó lo mismo. Ella incluso hasta pidió primero autorización para su nota y cuando la queja de "plana mayor" vino, no apareció el responsable que dio la orden.
En los mismos medios, aparte de que te mal pagan, claro con excepciones, te tratan como peones y no como un profesional que dedicaste años de estudio para forjarte esta carrera. Cuando me desempeñaba como redactor de espectáculo del Listín, en una ocasión salí en el vehículo del periódico a realizar un servicio, a mitad de camino un ejecutivo de redacción llamó al chofer y le dijo que se devolviera, que tenia otra asignación y este le respondió que me había llevado a cubrir un evento.
-“Entonces dile que se desmonte y que coja un carrito público, que tenemos otra cosa más importante que esa vaina de farándula que él va a cubrir”. Entonces mejor opté por abandonar el servicio porque entendía que merecía respeto.

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